A inicios del 2019 se viralizó el vídeo de una sala de parto donde médicos, enfermeras y asistentes del hospital se preparaban para recibir el año nuevo. Mientras tanto, la mujer acostada en la camilla del quirófano sufría los dolores propios del parto, el cual no ocurriría hasta que fueran exactamente las 12 de la noche, porque el personal médico había manipulado las condiciones para que la mujer diera a luz justo en año nuevo.
¡Tres, dos, uno! contaron los médicos, permitiendo al fin nacer a la bebé… El personal siguió festejando el año nuevo en el quirófano y la madre por fin pudo terminar su labor de parto que había sido manipulado con el fin de una celebración.
El vídeo causó controversia en redes sociales donde la mayoría de los comentarios apuntaba a que la madre había sufrido «violencia obstétrica».
De acuerdo con la declaración de Organización Mundial de la Salud OMS la violencia obstétrica se refiere a un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros de salud, que no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, a la salud, a la integridad física y a la no discriminación.
Este caso de violencia obstétrica ocurrido en Guatemala abrió la puerta para analizar las condiciones en las que las madres mexicanas están recibiendo atención médica durante el parto. Tristemente las cifras de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) reveló que el 33.4% de las mujeres entre 15 a 49 años sufrieron violencia obstétrica.
“Pero bien que te gustó que te lo hicieran, ¿verdad?” y “aguántate, que tu hijo debe salir por donde entró”, son algunas de las frases que muchas mujeres escuchan mientras son atendidas por el personal médico durante el parto.
Para identificar cuando se ejerce violencia obstétrica es necesario una definición, de acuerdo con el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).“La violencia obstétrica consiste en cualquier acción u omisión que cause un daño físico o psicológico a la mujer, que se exprese en falta de acceso a servicios en la salud reproductiva, un trato cruel, inhumano y degradante, o un abuso de medicalización, menoscabando la capacidad de decidir de manera libre e informada sobre dichos procesos reproductivos”.
Pero, ¿De quién es la culpa?
Las definiciones y testimonios de algunas víctimas de violencia obstétrica suelen señalar al personal de salud como el responsable de ejercerla. Pero el problema tiene una raíz mucho más profunda que abarca tanto la formación del personal médico como la infraestructura y recursos con los que cuenta el centro de salud. Tenemos que decirlo, la violencia obstétrica no siempre es por completo culpa del personal médico, pero sin duda es la parte más visible.