Muchas de las vacunas están hechas con virus debilitados que permiten a las defensas del cuerpo crear resistencia ante la enfermedad, este grandioso avance científico que ha salvado millones de vidas no fue recibido con agrado por todos.
Desde que las primeras vacunas fueron creadas existieron grupos de personas que se resistian a su aplicación, bajo la premisa, “si están hechas con virus, son las mismas vacunas las que crean y propagan las enfermedades” Esta creencia era respaldada bajo la idea de que al ser creadas por empresas farmacéuticas multimillonarias las vacunas tenían la función de enfermar a la población para así poder incrementar la venta de medicamentos que combatían dichas enfermedades. ¿Suena como todo un plan maestro no? Pero en realidad no lo es, si las vacunas fuesen hechas por organizaciones sin ánimo de lucro seguramente no existiría esta controversia.
si las vacunas fuesen hechas por organizaciones sin ánimo de lucro seguramente no existiría esta controversia.
El movimiento antivacunas cobró fuerza en 1998 gracias a una investigación publicada en la revista científica The lancet, el médico investigador Andrew Wakefield había realizado un estudio con doce niños autistas, que habían recibido la vacuna SPR o Triple Viral, que combate sarampión, rubeola y parotiditis (paperas), encontrando una relación directa entre la administración de esta vacuna y el desarrollo del trastorno autista.
Desde la publicación de este estudio la comunidad médica se mostró escéptica a los resultados obtenidos, la muestra no era representativa y ningún otro equipo de investigación logró replicar los resultados de Wakefield, para 2011 el periodista Brian Deer desveló en The British Medical Journal que Wakefield había falseado los resultados de su investigación como parte de una estrategia millonaria que se aprovecharía del miedo de la población hacia las vacunas, a Wakefield se le retiró el permiso para ejercer la medicina y The Lancet se retractó del estudio publicado, pero el daño ya estaba hecho.
Wakefield había falseado los resultados de su investigación como parte de una estrategia millonaria
Tras la publicación del artículo Wakefield se convirtió en el líder del movimiento antivacunas que había recibido gran difusión mediática en EU gracias al apoyo de Jenny McCarthy, conejita Playboy, y su entonces novio, el actor Jim Carrey, el hijo de McCarthy Evan había sido diagnosticado con trastorno autista, y siendo que había recibido la vacuna SPR la responsabilizó de desarrollar este trastorno en su hijo. La periodista Oprah Winfrey también se sumó a la causa, siendo ella una reconocida líder de opinión minó la confianza de las personas en las vacunas, en 2008 MacCarthy anunció que su hijo Evan se había curado del trastorno autista, (este trastorno no es curable) Evan, había sido erróneamente diagnosticado.
En los siguientes 10 años los padres preferían no vacunar a sus hijos por miedo a que desarrollaran trastorno autista y la taza de vacunación disminuyó aumentando los casos de sarampión, rubeola y periodontitis.